México es un país que lo tiene todo para hacer turismo: playas paradisíacas, fiestas animadas, comida deliciosa, cultura diversa e historia fascinante. Sin embargo, muchos turistas se quedan solo con lo más conocido y se pierden de otros lugares que merecen ser descubiertos. Uno de ellos es Mérida, la capital del estado de Yucatán, que ofrece maravillas naturales e históricas que prometen enamorar a sus visitantes.
Mérida es una ciudad que combina lo moderno con lo colonial, lo urbano con lo rural, lo cosmopolita con lo autóctono. Su centro histórico es uno de los más grandes y mejor conservados de América Latina, donde se pueden admirar edificios como la catedral, el palacio de gobierno, el teatro Peón Contreras y el paseo de Montejo. Además, Mérida es un punto de partida ideal para explorar otras atracciones cercanas, como las siguientes:
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Taquería ‘La Lupita’ en el mercado Santiago: si quieres probar la auténtica comida yucateca, no puedes dejar de visitar este puesto en el mercado Santiago, que lleva dos generaciones ofreciendo platillos tradicionales como la sopa de lima, el recado de panocho y los tacos de cochinita. Sin duda, una experiencia gastronómica que te hará chuparte los dedos.
La ciudad amarilla o mágica de Yucatán, Izamal: a solo una hora de Mérida se encuentra esta pintoresca ciudad que se distingue por el color amarillo y blanco de sus casas, que le rinden homenaje al Papa Juan Pablo II, quien la visitó en 1993. En Izamal podrás recorrer sus calles en cuatrimoto, visitar sus tres pirámides mayas y hasta escalar una de ellas, la de Kinich Kakmó, que es la más alta del estado.
Pirámide de Uxmal: hablando de pirámides, esta es una de las más impresionantes y relevantes para la historia de México, pues fue allí donde nació y murió la civilización maya. Es patrimonio cultural de la humanidad desde 1996 por su arquitectura y su valor cultural. En este sitio podrás conocer el punto de vista de los mayas y sus creencias, y descubrir que, a diferencia de otros pueblos mesoamericanos, los que vivían allí no practicaban sacrificios humanos.
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Cenotes de la hacienda Mucuiché: muchas personas tienen una idea equivocada de los cenotes, pensando que son sucios por ser agua estancada. Sin embargo, lo que no saben es que el agua fluye lentamente y se filtra por la roca caliza, creando pozos de agua cristalina que son una maravilla natural. En la hacienda Mucuiché hay dos cenotes, uno semiabierto y otro cerrado, que te invitan a refrescarte y a disfrutar de la naturaleza. El cenote cerrado es especialmente espectacular, pues tiene diez metros de profundidad y una abertura en el techo por donde entra la luz.