En la fe cristiana, existen advocaciones que han cautivado el corazón de muchos fieles a lo largo de los siglos. Una de estas devociones es la del Santo Niño de las Suertes, una imagen que se ha asociado históricamente con favores para la salud y sus oraciones son relacionadas con mujeres embarazadas y aquellas que buscan concebir.
Estas oraciones reflejan la profunda conexión espiritual y la confianza en la intercesión divina del Santo Niño de las Suertes. Las personas que invocan su nombre encuentran consuelo y esperanza en la promesa de su protección y su amor compasivo.
La oración al Santo Niño de las Suertes ofrece esperanza a generaciones de fieles que buscan consuelo en momentos de prueba. Su historia milagrosa y su presencia en la vida de tantos fieles son testimonio de la fuerza transformadora de la fe. La historia del Santo Niño de las Suertes tiene sus raíces en el año 1806, en donde dos sacerdotes misioneros se encontraban en un viaje hacia Tlalpan cuando escucharon el llanto de un niño en la distancia.
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Intrigados y consternados, siguieron el sonido con la esperanza de encontrar a un bebé abandonado que necesitara auxilio. Sin embargo, su búsqueda los llevó a descubrir algo impensado, una pequeña imagen de un Niño Jesús sobre un cráneo. Este hallazgo capturó la atención de los sacerdotes, quienes decidieron llevar la imagen al arzobispo Francisco de Lizana Beaumont.
El arzobispo decidió realizar una rifa entre varios conventos para dejar que el Niño Jesús eligiera su lugar de resguardo. Finalmente, el lugar elegido para cuidar esta figura fue el convento de las monjas Concepcionistas de San Bernardo.
La oración del Santo Niño de las Suertes: una plegaria de esperanza
“Si deseas pedir algún favor al este Santo, esta es la oración para él. Te adoro, Santo Niño de la Suerte, el más humilde y el más grande; el más pobre y el más rico, el más débil y el más poderoso; te bendigo porque te has dignado descender hasta nosotros para ser nuestro modelo en la práctica de todas las virtudes.
Nuestro guía en las dificultades de la vida y nuestro consuelo en los días de aflicción; te amo porque vienes a mí con un amor misericordiosamente infinito y generoso que se anticipa a los tardíos impulsos de mi corazón; con amor paciente que me espera siempre para amarme cada vez con más ternura.
Por eso, con el corazón lleno de agradecimiento, te adoro, te bendigo y te amo, Santo Niño de la Suerte, con todo el fervor de mi alma y confiadamente levanto mis ojos hasta ti, mi Dios, buscando tu mirada llena de misericordia. Tú nos has dicho: ‘Pedid y se os dará’, así pues, mira nuestra presente necesidad y te pedimos Santo Niño de la Suerte, que la remedies de la manera que nos sea más provechosa para nuestra alma.
Nos entregamos a ti, Niño amado, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y que, en virtud de esta promesa, acogerás benignamente nuestras súplicas y las despacharás favorablemente para mayor gloria tuya y por amor a nosotros. Amén”.