Muchos expertos coinciden en que el entrenamiento de fuerza es esencial no solo para perder peso, sino también para mejorar la salud y aumentar la longevidad. Sin embargo, no todos disfrutan de la idea de pasar horas realizando ejercicios de pesas en el gimnasio. Para quienes no dominan bien la técnica, el riesgo de lesiones puede ser un factor desalentador.
Es en este contexto en el que surge el slow training, una técnica que permite entrenar la fuerza de manera segura y efectiva. Esta modalidad consiste en realizar los ejercicios de forma lenta y controlada, tanto al contraer como al alargar los músculos, priorizando la calidad del movimiento por encima de la cantidad de repeticiones o el peso utilizado.
Al reducir la velocidad de los movimientos, es más fácil concentrarse en la correcta ejecución de cada ejercicio, lo que no solo minimiza el riesgo de lesiones, sino que también asegura que se esté trabajando exactamente el músculo deseado.
Al realizar los ejercicios más despacio, los músculos permanecen bajo tensión durante más tiempo, lo que aumenta su resistencia. Esta técnica se enfoca en mantener un esfuerzo sostenido en lugar de movimientos explosivos y breves.
El control total sobre el movimiento reduce las posibilidades de realizar mal el ejercicio y de sufrir lesiones. Esto es clave para aquellos que no tienen experiencia con el levantamiento de pesas o que desean evitar sobrecargas en los músculos y articulaciones.
A pesar de que el peso levantado sea menor, el esfuerzo prolongado en cada repetición activa más fibras musculares, lo que a largo plazo contribuye a un aumento gradual de la fuerza.
Al incrementar la masa muscular, el metabolismo se acelera, lo que ayuda a quemar más calorías incluso en reposo. Con el tiempo, esto puede llevar a una reducción de la grasa corporal y a un cuerpo más tonificado y definido.