La iconografía de la moneda de 2 pesos mexicanos tiene más secretos de los esperados por cualquiera de los aficionados a la numismática que nunca tuvieron una en la mano. Elaborada mayoritariamente de cobre, con un peso de poco más de cinco gramos, la pieza es una representación parcial de la Piedra del Sol. A continuación, contaremos algunos de los detalles ocultos.
Emitida por el Banco de México (Banxico) en 1996, la moneda de 2 pesos pertenece a la familia C, pesa 5.19 gramos y tiene un diámetro de 23 mm, pero el verdadero tesoro de esta pecunia reside en su diseño.
Si observas con atención el reverso de la moneda de 2 pesos, descubrirás una “estilización del Anillo de los Días de la Piedra del Sol”, como lo describe Banxico. Este anillo en la pieza, a diferencia del calendario original que contenía 20 días, tiene solo 10, cada uno representado por una deidad o figura azteca.
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Numismática: ¿cuáles son los detalles ocultos de la moneda de 2 pesos de 1996?
Cada una de las 10 figuras en el anillo perimétrico de la moneda de 2 pesos de 1996 te lleva a un encuentro con los dioses y conceptos que regían la vida de los mexicas. En la parte superior del número 2, encontramos a Xochiquetzal, diosa de la belleza, el amor y las artes, representada por una flor (xóchitl).
A su lado, se encuentra Chalchiuhtotolin, dios de las plagas y enfermedades, personificado como un pedernal (Técpatl). Luego, está Xólotl, dios del movimiento, simbolizado con ollin (movimiento) y fuego. Le sigue Cuauhtli, deidad de la vida, la muerte y la resurrección, representado por un águila y conocido también como Xipe Totek.
En el orden sigue Tlazolteotl, diosa de la lujuria, que aparece como un jaguar (océlotl). Más adelante está Tezcatlipoca, dios del Sol, personificado como una caña (ácatl). Seguido de Xiuhtecuhtli, dios del calor, representado con agua (alt).
Después está Miquiztli, símbolo de la muerte, como referencia a Tecciztecatl, deidad de la soberbia, un recordatorio de lo que pudo ser y no fue. En penúltimo lugar, se sitúa la serpiente (cóatl), como referencia a Chalchihitlicue, diosa de los lagos. Por último, el signo de una casa (calli) alude a Tepeyollotl, dios de los ecos, las montañas y los temblores.