Existen muchos métodos para invocar la protección y el milagro, pero el hacerlo mediante una oración es el mejor camino a seguir para quienes creen en Dios.
En estos casos, el rezo se le haría a la Difunta Correa, una santa popular nacida en San Juan, Argentina. En la actualidad, la mujer bendita no ha sido reconocida ante la Iglesia Católica, pero es considerada una rezadora de milagros por los acontecimientos que se han registrado cuando se le dedican plegarias.
Según relata la historia, María Antonia Deolinda Correa habría nacido entre 1815 y 1819, producto del matrimonio entre Rosario del Tránsito Ramajo y José Amador Correa.
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En ese sentido, se sabe que la Difunta Correa se casó a los 25 años con Clemente Bustos y ambos tuvieron un hijo en común que, posteriormente, la convertiría en una mujer bendita, digna de recibir oraciones, pero ¿por qué?
Durante los enfrentamientos entre las tropas de caudillos federales y unitarios, Clemente fue reclutado para tal enfrentamiento y dicho suceso hizo que el matrimonio se distanciara.
Lejos de conformarse con el camino que tenía que emprender en soledad con su bebé, Correa tomó la determinante decisión de ir tras su amado esposo con su hijo en brazos.
El encuentro iba a darse en el desierto Caucete, en la provincia de San Juan, pero por la sed y el cansancio, Correa no resistió y murió mientras que su hijo permaneció con vida, pegado al pecho de su madre.
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Luego, el cuerpo de Deolinda fue encontrado en la Sierra Pie de Palo, en tanto el bebé aún lactaba de su pecho. Aquel hecho fue reconocido por los locales como el primer milagro de la Difunta Correa.
Cuál es la oración para la Difunta Correa
Con mucho fervor, debes comenzar la oración de esta manera: "Bendita Madrecita Correa, humilde y bienaventurada, protectora de la vida y del cuerpo, protectora en toda necesidad, ya que tu tanta pasaste hasta tu muerte hoy de rodillas, tus devotos de todo el mundo, te imploramos esperanzados, nuestros ruegos".
Continuamente, en la oración debes decir: "Protégenos, haz que tus manos milagrosas, arranquen de cuajo el voraz infierno,
que carcome sin piedad nuestras entrañas de nuestro débil y enfermizo cuerpo. No olvides Madre a tus fieles siervos,
pide, al Señor su gracia y salva tus necesitados, que elevan sus plegarias a viva voz, para que los escuches, sus oraciones y ruegos".
Y, ya para terminar con la oración, es importante que destaques estas palabras: "Dios infinito en las alturas, Jesús en nuestro interior, María Auxiliadora en el alma, la Difunta Correa en el corazón. Amen".