En momentos de incertidumbre, el poder de la fe y la oración se convierte en un faro de esperanza que ilumina el camino. Si esperas por un milagro, no dudes en elevar una plegaria a la Mano Poderosa, una práctica arraigada en la tradición religiosa que ha brindado consuelo a generaciones enteras.
El poder de la oración es una fuerza transformadora que trasciende las barreras de lo material y lo terrenal. Creer en la fuerza divina y en la capacidad de realizar milagros es el primer paso para abrir la puerta a la esperanza y la posibilidad de que nuestros deseos se hagan realidad.
Conocida también como las Cinco Personas, la Mano Poderosa es un símbolo venerado en la tradición católica que representa la presencia divina y el poder sanador de Dios. Esta devoción se basa en obras de arte religioso colonial mexicano, donde se representa a la Sagrada Familia junto con otros símbolos sagrados.
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La oración a la Mano Poderosa es una poderosa herramienta para aquellos que buscan alcanzar deseos aparentemente inalcanzables. Esta plegaria, cargada de fe y devoción, invoca la intervención divina para traer sanación, protección y paz a aquellos que la recitan con fervor.
La oración a la Mano Poderosa que te dará dones impensados:
“Mano Poderosa de mi señor Dios, Mano Poderosa que se manifestó a Moisés en el exilio, Mano poderosa de mi señor Dios que sustenta los misterios de la Sagrada Familia. Casa de Jerusalén, donde Cristo entró y el mal a punto salió, entrando al instante el bien. Yo pido a Jesús que el mal se vaya de (lugar o persona de intención). Y venga el bien o sanación para él (ella) por esta santa oración y por Cristo nuestro señor. (Aquí se debe decir cuál es el deseo a conseguir) Aquí vengo con la fe de un alma cristiana, a buscar tu misericordia en situación tan angustiosa para mí”.
“No me desampares, y la puerta que quiera abrirse en mi camino, sea tu Mano Poderosa la que me la cierre para no entrar en ella si no me conviene, o me la dejes abierta si ha de volver la tranquilidad tanto tiempo deseada. A tus pies dejo esta súplica, que te hace un alma obligada por el destino, a grandes sufrimientos, que ya no puede combatir si tu mano poderosa no detiene la ley de razón. Dios mío perdona los desaciertos que yo he cometido durante esta existencia; la cual yo llevo de frente. Dame fuerzas para soportar la amargura de esta vida, las amarguras de mi vida. Amén".