Si eres de los que les gusta tener plantas en casa, pero no se te dan muy bien los cuidados, ¡tenemos la solución perfecta para ti! La violeta africana, cuyo nombre científico es Saintpaulia, es de interior y te enamorará por su belleza y su capacidad de florecer durante todo el año.
Esta planta, originaria de las montañas de Usambara en Tanzania, se ha convertido en una de las favoritas para decorar interiores gracias a su gran adaptabilidad, sus flores de colores vibrantes y sus hojas aterciopeladas que la hacen muy llamativa.
Características que la hacen única
Aunque su nombre pueda llevar a confusión, la violeta africana no está emparentada con las violetas. Su nombre se debe al color de las primeras variedades que se conocieron, pero hoy en día podemos encontrar flores de muchos otros tonos.
Esta planta crece sin problemas en macetas de poca profundidad, ya que sus raíces no son muy grandes. Sus hojas, de forma redondeada u ovalada, son carnosas y de un verde oscuro intenso que contrasta con la alegría de sus flores.
Flores que alegran cualquier rincón
La violeta africana es muy apreciada por sus abundantes y duraderas flores, que pueden ser de color blanco, rosa o morado. Las hay de un solo color, dobles o incluso multicolores, ¡para todos los gustos!
Además, florecen incluso en invierno, lo que las convierte en un espectáculo maravilloso durante todo el año.
Cuidados sencillos para una floración continua
Si quieres que tu violeta africana se mantenga sana y florezca sin parar, solo necesitas seguir unos consejos:
Iluminación: la violeta africana necesita mucha luz, pero no directa del sol. Lo ideal es colocarla cerca de una ventana donde reciba luz indirecta durante todo el día.
Temperatura: esta planta prefiere temperaturas entre 18 y 24 °C. No tolera el frío, así que no la saques al exterior.
Riego: mantén la tierra siempre húmeda, pero no encharcada. Usa agua tibia y sin cal, y asegúrate de que la maceta tenga un buen drenaje.
Abono: la violeta africana necesita abono líquido cada tres semanas para florecer de forma continua.
Trasplante: no es necesario trasplantarla con frecuencia, ya que se adapta bien a macetas pequeñas. Solo cuando veas que las raíces han ocupado todo el espacio, será el momento de pasarla a una maceta un poco más grande.