En la riquísima historia de la numismática de Estados Unidos son pocos los billetes que llegan al estatus de leyenda, como el reconocido “Grand Watermelon”, un billete de U$D 1,000 que es toda una excepción, por el que incluso llegaron a ofertar millones de dólares por un ejemplar.
Con su singular diseño y una historia que lo convierte en una joya de la numismática, este billete de 1,000 dólares ha dejado una huella profunda en el mundo de los coleccionistas, que conocen las pocas piezas disponibles en el mercado y cuán complejo es apoderarse de una, en medio de una demanda creciente.
Características del billete de 1,000 dólares que vale una fortuna
El billete de 1,000 dólares fue emitido entre 1890 y 1893 y su sobrenombre proviene de los grandes ceros en su reverso, que evocan las semillas de una sandía, un detalle que hace que este ejemplar sea inmediatamente reconocible para los especialistas en numismática.
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Este billete de 1,000 dólares no solo destaca por su diseño, sino también por su exclusividad. Como es una pieza que dejó de fabricarse tampoco circula, aunque todavía se encuentra en vigencia. Se estima que solo quedan siete ejemplares en todo el mundo, lo que lo convierte en una verdadera rareza para la numismática.
Esa escasez fue precisamente lo que impulsó a que en 2018, en una subasta realizada por Stack’s Bowers Galleries, un ejemplar alcanzara la asombrosa cifra de más de U$D 3 millones. Este tipo de eventos subraya el atractivo que tienen los billetes raros en el mercado de la numismática.
A pesar de que el dólar estadounidense ha mantenido una estructura constante a lo largo de su historia, piezas como el "Grand Watermelon" revelan una faceta distinta de su evolución, destacando el valor que pueden alcanzar los billetes antiguos en buenas condiciones. Cada detalle en estos billetes es clave para comprender por qué son tan valorados, y la historia del billete de U$D 1,000 demuestra cómo un diseño inusual puede convertirlo en un objeto de culto para los coleccionistas.