Los jardineros hacen uso de múltiples elementos para mantener las plantas hermosas dentro de los huertos y, entre todos estos, destacan la creolina.
La creolina es un producto que, normalmente, se usa para la limpieza o el aseo general de una casa, de un edificio o de cualquier espacio público. Sin embargo, pocos saben que este elemento en particular también se puede utilizar en el mundo de la jardinería como un plaguicida.
La creolina en la jardinería
Según los expertos en la materia, la creolina se utiliza para evitar la expansión de hongos como el fusarium en las plantas y otros tantos muy conocidos alrededor del mundo.
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Además, el producto en cuestión se usa para combatir las plagas como cochinillas, piojos, algunos gusanos y el oídio, que irrumpen de manera significativa en el crecimiento de las plantas.
Por su parte, los expertos señalan que, en casos determinados, las mezclas de creolina denominadas como agrícolas, mismas que son diluidas en agua, igualmente se usan para las plantas (dependiendo del cultivo).
A pesar de todo lo antes mencionado, es importante resaltar que la creolina es sumamente tóxica, tanto para el consumo humano, como para el consumo animal y para las plantas.
Teniendo en cuenta la acotación antes hecha, hay que controlar el uso de la creolina en todo momento, puesto que es un producto que debe ser vigilado en cuanto a cantidades se refiere.
Como si lo antes mencionado fuera poco, la creolina puede generar consecuencias ambientales, ya que su uso desmedido dañaría las cualidades del suelo en el que crecen las plantas.
De cualquier forma, es importante acotar que la creolina es principalmente usada por los agricultores con experiencia, quienes saben de qué manera y cómo contraatacar las plagas de las plantas con el uso de la misma.
Sin duda alguna, la creolina puede ser tu mejor aliado cuando se trata del cuidado de las plantas y de la limpieza en general, pero antes de emplearla, tendrás que informarte sobre las cantidades exactas que puedes o no utilizar.