A nivel cultural, en la industria musical de México y de habla hispana, Vicente Fernández fue uno de los cantantes latinos que conquistó los corazones de muchas generaciones. En su carrera artística de casi cinco décadas vendió más de 60 millones de discos, ganó ocho premios Grammy Latinos, dos premios Grammy, fue actor, presentador y también un gran empresario.
Su infancia no fue fácil y a pesar de que pudo concretar todo lo que se propuso cuando era un joven soñador, a “Chente” le quedó la espina clavada de no poder cumplir los anhelos de sus padres, Ramón Fernández y Paula Gómez de Fernández. Esta confesión la hizo en una entrevista a un reconocido medio con motivo de su retiro de los escenarios, el 16 de abril de 2016 con "Un Azteca en el Azteca", su tercer y último álbum en vivo grabado en el Estadio Azteca ante más de 80 mil personas que acudieron a despedirse del máximo exponente de la música ranchera.
El trago amargo que Vicente Fernández no pudo digerir en pleno auge de su carrera
El talento vocal e interpretativo de Vicente Fernández y su capacidad de conquistar al público con el regional mexicano lo llevaron a ser el ídolo de masas que tanto deseaba y, por supuesto, esto se materializó en un gran patrimonio económico. De acuerdo con el sitio “Celebrity Net Worth" su fortuna ascendía a 25 millones de dólares, es decir, 500 millones de pesos mexicanos, no obstante, muchos periodistas aseguran que su patrimonio era mucho más cuantioso.
El artista labró su camino profesional a paso firme. Desde los 14 años soñaba con triunfar, pero no solo por sus ansias de ser reconocido, sino para darle una mejor vida a sus padres que pese al éxito, el tiempo, lamentablemente, le jugó en su contra. “Nunca pensé en fracasar, siempre pensé en llegar más alto, lo único que me duele es que mi madre se murió con la ilusión de una casa propia y mi padre con la idea de tener mucho ganado y no se lo pude dar”.
Esta fue una de las confesiones más duras de Vicente Fernández, con los ojos llenos de lágrimas reveló que su sueño era también poder concretar los de sus progenitores, no obstante, sostiene que todo en la vida sucede de determinada manera por algo: “Ahora cuando veo esta casa y este rancho no aguanto, se me mojan los ojos cuando ando a caballo, recuerdo a mi padre y digo: 'Bueno, Dios no les da alas a los alacranes, él ha de saber por qué hace las cosas'".
Los progenitores de Vicente Fernández fallecieron cuando él tenía 31 años, pero le quedó el recuerdo de haber hecho todo lo que pudo por ellos cuando los tuvo a su lado. "De mi madre, yo era su adoración. Cuando la diagnosticaron con cáncer, yo daba serenatas, a veces me aventaba 10 en una noche sin micrófono para conseguir dinero. Ella murió el 8 de noviembre. Después de que muere mi madre, yo estaba en el Teatro Blanquita, cuando me avisa Cuca, mi hermana, que mi papá estaba muy grave, no tenía hígado. Yo tenía 31 años, murió pocos días después, cuando yo estaba en pleno concierto, salí a escena cantando 'Los laureles', una canción muy alegre, pero me iban chorreando las lágrimas de los ojos", relataba completamente apesadumbrado.