Incursionar en el mundo de las plantas y la jardinería es un verdadero viaje de ida. En la mayoría de casos, la aventura de tener y cuidar una especie, ya sea para decorar el hogar o por sus múltiples beneficios a la salud, se transforma en una afición que muchos hasta llegan a recomendar. Por ello, merece la pena subrayar la importancia de una experiencia maravillosa para aquellos que recién dan sus primeros pasos en el cultivo y cuidado de las plantas de interior. Así que, si estás interesado, sigue estos consejos.
Para comenzar, hay que saber que el cultivo de las plantas dependerá mucho de la especie. Pero, en términos generales, los expertos recomiendan saber cuál es la que se adapta mejor a las condiciones de tu hogar: aquellas que soportan la variación de los niveles de luz y humedad, como, por ejemplo, el helecho, la planta araña y el pothos, entre otras.
Por otro lado, tanto la ubicación como y el mantenimiento regular son claves para el normal desarrollo de las plantas de interior. Por lo que es importante señalar que la mayoría de las especies prefieren la luz indirecta ya que el sol puede quemar sus hojas y perjudicarlas. Asimismo, cuando hablamos de “mantenimiento” nos referimos a ese cuidado especial que cada día se cumple al pie de la letra, como lo es retirar las hojas muertas, limpiar, humedecer, etc.
Así también, tenemos como punto fundamental la temperatura y humedad adecuadas para la supervivencia del ciclo vital de las plantas. Cuidarlas de los calores y los fríos intensos, y controlar los niveles de higrometría, debido a que el riego debe ser el adecuado. Los excesos son malos, así sea mucha o poca agua.
Para ir terminando, es necesario y muy importante señalar el tema de los sustratos y las macetas. Hablamos de los nutrientes que incorpora la planta y del drenaje correcto para no llegar al punto de encharcamiento. Además, en la cuestión de la fertilización es necesario buscar el equilibrio y que no dañe el follaje de la especie.
Poniendo estos pasos en práctica verás cómo tus plantas crecen de una manera vital y fuerte y sin la necesidad de estar encima de ellas cuidándolas.