La hora del baño suele ser para muchas personas ese momento de relax y limpieza personal, en el que se emplean algunos accesorios, aunque ninguno es tan difundido como la esponja, que nos ayuda a profundizar el proceso de higienización. Pero lo que pocos saben es que no es un truco de limpieza, sino más bien una posible fuente de problemas para la salud, según algunos consejos que se conocieron de parte de autoridades sanitarias, por ejemplo, de España.
La esponja siempre estuvo asociada con la posibilidad de brindar una mejor distribución del jabón por todo el cuerpo y así eliminar la suciedad superficial, además de transformarse en una herramienta que propicia la exfoliación, aunque esto puede terminar siendo un arma de doble filo para la piel más que un consabido truco de limpieza.
Advierten que la fricción que genera la exfoliación con esponja puede dañar la barrera cutánea, eliminando más células de las necesarias y debilitándolas. Esto puede provocar irritación, sequedad y mayor sensibilidad, especialmente en pieles delicadas o atópicas.
¿Por qué desaconsejan usar esponjas de baño?
Las esponjas húmedas y guardadas en un ambiente cálido como el baño, se convierten en un paraíso para las bacterias. Las células muertas que quedan atrapadas en ellas sirven de alimento para estos microorganismos, que proliferan sin control.
Siguiendo con este consejo para evitarlas, especialistas formulan que al volver a utilizar la esponja, unas horas más tarde, estas bacterias pueden entrar en contacto con la piel, aumentando el riesgo de infecciones y problemas dermatológicos, algo que va a terminar afectando nuestra salud.
Para darle un sustento científico a este dilema de la esponja en el baño, la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) recomienda que lo mejor es ducharse sin esponja. Nuestras manos son suficientes para distribuir el jabón y realizar una limpieza adecuada del cuerpo. Si se desea una exfoliación más profunda, se recomienda utilizar exfoliantes suaves una o dos veces por semana, siempre sobre la piel húmeda y con movimientos circulares suaves.
En definitiva, la esponja no es un elemento imprescindible en la ducha, tal como lo pensamos muchos durante todas nuestras vidas. Es más, uso puede ser más perjudicial que beneficioso para la salud de nuestra piel.