Juan Gabriel y Vicente Fernández son dos de los artistas más representativos de México y de la música de habla hispana, debido a que fueron contemporáneos. El mayor esplendor de sus carreras fue entre la década de 1950 y 1960, no obstante, esto no significó que entre ellos hubiera una buena relación; por el contrario, la fama de ambos provocó que no llegaran a dirigirse la palabra.
En sus destacadas trayectorias artísticas, el intérprete de “Hasta que te conocí” y “el Charro de Huentitán” tuvieron que encontrarse en programas televisivos y presentaciones de la escena latina, sin embargo, las rispideces no surgieron arriba de un escenario. Todo comenzó en la casa de Vicente Fernández y la causa fue su esposa, Cuquita.
La mala relación de Juan Gabriel y Vicente Fernández por una mujer
Fue el propio Vicente Fernández quien agobiado por los constantes rumores en la prensa acerca de su mala relación con Juan Gabriel desveló lo sucedido a la presentadora Pati Chapoy en un momento de sinceridad. Sin más, explicó que no tenía ningún contacto con “El Divo de Juárez” tras un desafortunado encuentro.
“Alguien me preguntó: '¿Te cae mal Juan Gabriel?' Y yo no sé, no soy yo si miento y le dije: 'Yo no sé mentir, sí me cae mal, pero yo no soy santo de su devoción tampoco. Estamos a mano'", sentenció. La mala relación comenzó cuando Juan Gabriel fue como invitado a la casa de Vicente Fernández y Cuquita, su viuda, le hizo una pregunta que propició una respuesta un tanto fuera de contexto.
“Una vez lo invité a comer a la casa, es vegetariano y me molestó mucho porque Cuca le trajo un amigo japonés para que le hiciera comida que pudiera comer. Anduvo conociendo el rancho, estábamos comiendo y Cuca, con su ingenuidad que tiene, le pregunta: ‘Lo vegetariano es una cosa, pero ¿usted sí cree en Dios?’”.
La respuesta de Juan Gabriel fue “ay, güerita, yo creo en mí y solamente en mí", allí fue cuando Cuquita se paró y se retiró; luego no bajó a despedirlo. Posteriormente, cuando lo ocurrido fue conocido por la opinión pública, el de Parácuaro solo respondía: “Oh, qué chico”, refiriéndose a Vicente. Esta fue la gota que derramó el vaso. "Pero ¿cómo que chico? Yo soy el señor Vicente Fernández para ti", comentó.