Los humanos nos enfrentamos a desafíos y dificultades todos los días, por lo que el resguardo de nuestra familia, la salud y la protección forma parte de prioridades fundamentales en nuestra vida. De esta forma, miles de fieles creyentes depositan su fe y confianza en la oración, y en esta ocasión te traemos una conversación directa de San Ambrosio para pedir ayuda y amparo.
En Biografías y Vidas, la «Biografía de San Ambrosio», expresa la siguiente consideración del santo de esta oración: "Su incansable actividad, su ilimitada disponibilidad para cuantos necesitaban de él, causaron admiración en hombres como Agustín de Hipona, quien recibió de él un gran apoyo en su conversión".
La oración reza los siguientes versos:
"Señor mío Jesucristo, me acerco a tu altar, lleno de temor por mis pecados, pero también lleno de confianza, porque estoy seguro de tu misericordia".
"Tengo conciencia de que mis pecados son muchos y de que no he sabido dominar mi corazón y mi lengua. Por eso, Señor de bondad y de poder, con miserias y temores me acerco a Ti, fuente de misericordia y de perdón; vengo a refugiarme en Ti, que has dado la vida por salvarme, antes de que llegues como juez a pedirme cuentas".
"Señor no me da vergüenza descubrirte a Ti mis llagas. Me dan miedo mis pecados, cuyo número y magnitud sólo Tú conoces;
pero confío en tu infinita misericordia".
"Señor mío Jesucristo, Rey eterno, Dios y hombre verdadero, mírame con amor, pues quisiste hacerte hombre para morir por nosotros. Escúchame, pues espero en Ti. Ten compasión de mis pecados y miserias, tú que eres fuente inagotable de amor. Te adoro, Señor, porque diste tu vida en la Cruz y te ofreciste en ella como Redentor por todos los hombres y especialmente por mí".
"Adoro Señor, la sangre preciosa que brotó de tus heridas y ha purificado al mundo de sus pecados. Mira, Señor, a este pobre pecador, creado y redimido por Ti. Me arrepiento de mis pecados y propongo corregir sus consecuencias. Purifícame de todas mis maldades para que pueda recibir menos indignamente tu sagrada comunión".
"Que tu Cuerpo y tu Sangre me ayuden, Señor, a obtener de Ti el perdón de mis pecados y la satisfacción de mis culpas; me libren de mis malos pensamientos, renueven en mí los sentimientos santos, me impulsen a cumplir tu voluntad y me protejan en todo peligro de alma y cuerpo. Amén".