Las monedas encierran la historia de los pueblos, además de ser símbolos de la cultura y de los personajes que quedarán grabados por siglos en sus caras. Para la numismática, no todas las piezas son iguales y, junto con un interés particular, también despiertan inquietudes que pueden llevar a los coleccionistas a desembolsar fortunas. Una de las monedas más cotizadas de la última década es un Doblón de Brasher, que fue tasada en 15 millones de dólares.
En el mundo de la numismática, algunas monedas exceden su valor nominal y se convierten en tesoros codiciados por millonarios inversores. Entre las más buscadas se encuentran las monedas de oro raras, piezas únicas que desafían el tiempo y la lógica del mercado.
Las subastas de monedas raras suelen ser organizadas por instituciones privadas de reconocido prestigio con alcance internacional. Estos eventos generan gran expectación, atrayendo a coleccionistas, inversores y amantes de la historia de la numismática. La prensa especializada también se hace eco de estas exclusivas transacciones, ya que documenta cada detalle y alimenta el mito de las monedas de oro más raras del mundo.
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El universo de las monedas raras es un campo apasionante que invita a explorar la historia, el arte y la economía. Si bien el acceso a las piezas más exclusivas está reservado a unos pocos, la numismática ofrece oportunidades para coleccionistas de todos los niveles. Investigar, aprender y disfrutar de la belleza de estas pequeñas obras de arte es un placer al alcance de todos.
La leyenda dorada del Doblón de Brasher
Un ejemplo emblemático es el Doblón de Brasher, una moneda estadounidense acuñada en 1787 por Ephraim Brasher, un orfebre de Nueva York. Con tan solo 10 ejemplares conocidos, este tesoro numismático ostenta un valor exorbitante. En su última subasta, en 2011, alcanzó la cifra récord de 7,56 millones de dólares. Hoy en día, se estima que su precio podría rondar los 15 millones, por lo que se sitúa como una joya al alcance solo de los más acaudalados.
Se cree que Ephraim Brasher acuñó el Doblón de Brasher como una forma de presionar al Congreso de los Estados Unidos para que estableciera una ceca en Nueva York. La moneda no fue acuñada oficialmente por el gobierno, lo que la convierte en una pieza extremadamente rara y codiciada.