Son muchas las razones que te motivarán a tener una planta glicina en casa. Esta especie trepadora es de un gran atractivo visual. Sus flores son espectaculares, colgantes y se presentan en una delicada mezcla de tonos morados y blancos que convertirán cualquier rincón en uno muy acogedor y colorido.
Además de colmar de color tus espacios, es una especie que es muy fácil de cuidar, así que no importa si no eres un experto en jardinería, porque lograrás mantenerla con vida poniendo en práctica simples pasos. La glicina es muy resistente, lo que la hace poco probable a contraer enfermedades o plagas, esto quiere decir que amerita un bajo mantenimiento.
Solo es necesario que mantengas la tierra de esta planta ligeramente húmeda, en especial durante las épocas de alta temperatura, sin embargo, debes evitar los encharcamientos que tienden a pudrir su raíz. Es recomendable que le apliques un fertilizante orgánico en la época de primavera y que su suelo se cubra con un manto después de este proceso que, por lo general, ocurre en la época de julio.
La poda de esta especie vegetal debe hacerse en dos periodos. El primero durante los meses de febrero y marzo, momento en el que vas a recortarla dejando de 2 a 3 brotes de ojos, luego, en agosto vas a podar los laterales y los brotes largos.
La glicina, además de darle color a tus rincones, te traerá beneficios ecológicos porque se trata de una planta que resulta muy llamativa para los polinizadores. Tendrás muy cerca de esta abejas, mariposas u otros insectos, lo que a su vez contribuirá a la biodiversidad.
Por otro lado, con esta mata contarás con una increíble decoración vertical con la cual podrás cubrir las paredes o los enrejados dándole un toque natural y fresco a esos ambientes exteriores.