La versatilidad, elegancia y capacidad de adaptarse a estilos diversos la han convertido en una tendencia clave para quienes buscan añadir un toque moderno y sofisticado a sus espacios. Estamos hablando del lacado y, en este artículo de decoración, analizamos por qué se está viviendo un renacimiento en el diseño de interiores y cómo puedes incorporarlo de manera práctica y estética en tu hogar.
El lacado es un proceso de acabado que implica la aplicación de varias capas de pintura o barniz, que luego se pulen para obtener una superficie suave, brillante y resistente. Originalmente, se utilizaba en muebles y elementos decorativos de alto valor, como piezas de mobiliario oriental o europeo, pero hoy en día se ha extendido a una amplia gama de materiales y estilos. Este es conocido por su alto brillo, aunque en la actualidad se encuentran versiones mate o satinadas que ofrecen más opciones, según el estilo que se desee lograr.
Una de las razones principales por las que ha recuperado su protagonismo es su capacidad de adaptarse a diferentes colores y texturas. Desde tonos clásicos, como el blanco o el negro, hasta colores más vibrantes y atrevidos, como el verde esmeralda o el azul cobalto, el lacado permite personalizar cualquier estancia, de acuerdo con las preferencias estéticas del propietario.
Asimismo, no solo destaca por su estética, sino también por su resistencia y durabilidad. Los muebles y superficies lacadas son más resistentes al desgaste diario, a los arañazos y la humedad, lo que los convierte en una opción excelente para zonas de uso intenso como cocinas o baños. El proceso de aplicación de capas múltiples crea una superficie fuerte y duradera que se mantiene en perfecto estado durante años con un mantenimiento mínimo.
Además, el lacado es fácil de limpiar. Un paño húmedo es suficiente para mantener la superficie impecable, lo que lo convierte en una opción ideal para familias con niños o para quienes buscan soluciones prácticas sin renunciar a la estética.