Las paredes blancas son una elección popular en el hogar por su capacidad de iluminar los espacios. Sin embargo, su aspecto impecable puede verse afectado por manchas de manos, polvo o el roce con muebles. Para conservarlas en perfecto estado, existen trucos de limpieza sencillos con productos caseros.
El agua tibia combinada con jabón neutro es una fórmula simple y eficaz para limpiar manchas poco profundas en paredes blancas. Basta con llenar un balde con agua tibia y añadir unas gotas de jabón neutro.
Con un paño suave o una esponja limpia, se debe frotar la superficie en movimientos circulares, evitando empapar la pared para que no queden marcas. Esta técnica es perfecta para paredes con acabados mate o satinados.
Cuando las manchas son más difíciles, el bicarbonato de sodio es una excelente solución. Este limpiador natural actúa como un abrasivo suave que ayuda a remover marcas sin dañar la pintura.
Para aplicarlo, se debe preparar una pasta con bicarbonato y un poco de agua, colocarla sobre la mancha y frotar suavemente con un paño de microfibra o una esponja. Después se retiran los residuos con un trapo húmedo y se seca la zona con otro paño limpio.
El vinagre blanco es una opción natural y eficaz para limpiar, desinfectar y devolver el brillo a las paredes. Mezclando partes iguales de vinagre blanco y agua en un pulverizador, se puede rociar la solución sobre las áreas manchadas. Se deja actuar unos minutos y luego se limpia con un paño húmedo.
Es fundamental probar cualquier método en una pequeña área poco visible antes de aplicarlo. Esto permite comprobar que la técnica no dañe el acabado de la pintura, especialmente en superficies con acabados delicados o tonos específicos de blanco.