Aunque el dinero digital parece estar tomando protagonismo a pasos agigantados en nuestros tiempos, las monedas físicas siguen siendo un símbolo de permanencia y legado. La historia de estas, que comenzó hace miles de años, sigue impactando en la economía moderna recordándonos su papel en la evolución de las sociedades y de la numismática.
¿Dónde se acuñó la primera moneda moderna?
El lugar donde se acuñó la primera moneda nos lleva a Éfeso, una antigua ciudad situada en lo que hoy es Turquía. Allí, alrededor del 560 a. C., se creó el “estatero de Creso”, una pieza que marcó un antes y un después en la numismática.
Bajo el reinado de Creso, esta moneda hecha de electrum (una aleación natural de oro y plata) fue pionera en incluir un diseño oficial y establecer un valor estándar, algo inédito para lo que luego serían las pecunias.
¿Cómo era la primera moneda de la historia?
El estatero de Creso no solo era valioso por los materiales utilizados, sino también por su diseño. En uno de sus lados llevaba grabada la imagen de un león, emblema de la ciudad de Éfeso, mientras que en el reverso mostraba un toro, símbolo del rey Creso. Estas figuras representaban poder y autoridad y también diferenciaban a estas monedas de las simples piezas de metal utilizadas anteriormente para el comercio.
Este avance revolucionó el comercio facilitando las transacciones y consolidando la moneda como medio de intercambio. Su éxito fue tal que el uso se extendió rápidamente por el mundo antiguo, convirtiéndose en una herramienta esencial no solo para el comercio, sino también como símbolo de riqueza y poder.
La introducción del estatero marcó un cambio en la economía y transformó el arte de la acuñación de monedas. A partir de entonces, la producción no fue solo una actividad funcional, sino una disciplina que requería habilidad y creatividad. El legado del estatero de Creso y de Éfeso en el desarrollo de la numismática sigue siendo relevante, pues sentó las bases del sistema monetario de la actualidad.