El suceso que protagonizó Pablo Lyle en 2019, luego de una discusión en la vía pública con el señor Juan Ricardo Hernández, quien posteriormente falleció luego del pleito, cambió para siempre su vida.
Luego de un largo proceso en el que fue condenado por lo sucedido, el pasado mes de febrero se sentenció a Pablo Lyle a pasar un total de cinco años en prisión, más otros ocho en libertad condicional. Por estos momentos, se encuentra en el centro penitenciario South Florida Reception Center, en Miami, aguardando que se decida el lugar definitivo en el que deberá cumplir su condena.
Sin embargo, fue en horas recientes que un allegado al actor conversó con el portal “TV Notas” y reveló que atraviesa un delicado cuadro no solo a nivel emocional por este duro presente, sino también a nivel físico.
En este sentido, esta persona señaló que Pablo Lyle está “triste, pero, sobre todo, angustiado, ya que los problemas no paran”, esto último debido a que “ahora lo que le preocupa es saber en qué prisión de Florida purgará esta pena”.
“En los últimos cinco meses, su salud ha mermado demasiado, ya no es el mismo Pablo que fue encarcelado en octubre pasado; incluso no es el mismo que recibió su condena el pasado tres de febrero; en aquella fecha todavía su familia lo vio como siempre, con cabello, con miedo a lo que podría pasar, aunque estable, pero a finales de febrero todo cambió”, indicó luego.
Esta persona cercana al intérprete nacional de 36 años sostuvo que este último también está atravesando complicaciones a la hora de dormir, y que el estrés de estar en prisión le causó tanto alopecia como así también cambios bruscos en su presión arterial, por la que debieron recetarle medicamentos para controlarla, y a lo que se suman migrañas y una fuerte dermatitis en sus manos.
Por último pero no menos importante, los abogados de Pablo Lyle se vieron también en la obligación de informarle que existe la posibilidad de que los familiares de Juan Ricardo Hernández retomen la demanda civil por daños interpuesta, en la que podrían solicitar a cambio una indemnización estimada entre uno y cinco millones de dólares, dinero con el que la familia del actor no cuenta.