Mantener un hogar limpio y agradable tiene que ver principalmente con varias cuestiones que deben tenerse en cuenta al momento del aseo de todos y cada uno de los ambientes que conforman nuestra casa.
En este sentido, son cuantiosos también los elementos que, en líneas generales, debemos implementar, como por ejemplo una mopa o secador de pisos, trapos, productos como lavandina o limpiadores o algunos específicos para lustrar muebles y, por supuesto, la infaltable escoba, objeto indispensable de limpieza en cualquier hogar para remover la suciedad y los residuos acumulados.
Si ponemos especial atención en este último objeto, debemos decir que es muy común que nuestra escoba, al retirar la suciedad de nuestros pisos, los pelos de las mascotas, pelusas o incluso pequeños restos de comida, pierda su eficacia para limpiar con el paso del tiempo, producto de su utilización casi constante y, tal vez, su incorrecto o escaso mantenimiento. Incluso, en lugar de eliminar todos estos residuos, podría generar el efecto contrario, esparciendo de este modo todos los gérmenes y las bacterias por el hogar.
Pues bien, si lo que deseas es que este elemento de limpieza recupere su capacidad de dejar impecables tus pisos, debes saber que existe un truco infalible que debes implementar lo antes posible para lograr así este objetivo.
Lo primero que debes hacer al culminar el proceso de limpieza con tu escoba, es limpiar y retirar los residuos, pelos y otro tipo de suciedad de sus cerdas, para que así esté lista y en perfectas condiciones ante la próxima ocasión en que debas hacer uso de ella.
Colócala sobre una superficie dura y retira los restos de polvo de la base de la escoba, y luego con tus manos deshazte de la suciedad acumulada entre sus cerdas.
Para una limpieza profunda de la escoba, estos pasos deberán ser los previos al lavado de la misma en un recipiente con agua y jabón para platos, proceso que requiere que la escoba quede en remojo durante una hora. Luego de retirar todo residuo de jabón, desinfecta con un trapo el mango. Déjala secar al sol boca abajo y repite el proceso al menos cada dos o tres meses.