Si de enfermedades “silenciosas” hablamos, hay una que aquí no podemos dejar de mencionar: la osteoporosis. Tristemente, se trata de un “enemigo silencioso” que afecta la salud ósea, lo que se traduce en otras consecuencias negativas al momento de desenvolvernos en nuestra vida diaria.
De acuerdo al sitio “Inforeuma”, la osteoporosis se define como “una enfermedad esquelética en la que se produce una disminución de la densidad de masa ósea. Así, los huesos se vuelven más porosos, aumenta el número y el tamaño de las cavidades o celdillas que existen en su interior, son más frágiles” y, por ende, “se rompen con mayor facilidad”.
Debido a que se trata de una afección de tipo asintomática, al respecto es que el sitio “GastroLab” destaca que puede detectarse luego de un diagnóstico en el que se lleva a cabo “una medición de la densidad ósea mediante una absorciometría de rayos X de energía dual (DEXA)”.
Si nos referimos a las causas por las que puede afectar la osteoporosis a nuestro cuerpo, debemos mencionar cuestiones genéticas; la postmenopausia en la mujer (con una disminución de estrógenos); la edad adulta mayor y determinadas cirugías o inmovilización, entre otras.
Además de un correcto diagnóstico, debemos resaltar que la detección a tiempo de una enfermedad como la osteoporosis nos permite tomar otro tipo de determinaciones vinculadas a nuestra vida cotidiana para contrarrestar sus efectos al mayor grado posible.
En este sentido, podemos combatir esta enfermedad no solo realizando determinados ejercicios físicos, y también a veces consumir suplementos que nos brinden vitamina D y calcio, sino también alimentándonos saludablemente.
Finalmente, entre los alimentos que debemos consumir para contrarrestar los efectos de la osteoporosis tenemos el calcio, a través de los lácteos, verduras como el brócoli, o mariscos; la vitamina D, a través de la yema de huevo o el hígado; el fósforo, brindado por ciertas carnes, frutos secos o pescados; el potasio, por medio de legumbres, frutas y hortalizas; y las proteínas.