Juan Gabriel fue uno de los artistas más completos y hasta multifacéticos que tuvo la historia musical de México. No solo logró desplazarse por los diferentes estilos musicales como la balada, bolero, ranchera, también fue actor, productor discográfico y, por supuesto, un gran compositor que ayudó y se transformó en referente de otros artistas nacionales e internacionales. Quizás, por este motivo, debido a su grandeza, llevó una vida llena de excentricidades y lujos.
La muerte del cantautor considerado como uno de los artistas con mayor éxito en América Latina marcó la vida de sus fanáticos que, en el día de su fallecimiento, decidieron despedirlo con cantos y lágrimas en el Paseo de la Fama de Hollywood, donde consiguió su estrella en 2002. Aquel sitio se llenó de velas y flores, dos de los objetos que siempre estuvieron presentes a lo largo de su vida.
Las excentricidades de Juan Gabriel durante sus giras
El patrimonio de Juan Gabriel, según expertos, era de 30 millones de dólares, lo que le permitió vivir cómodamente y permitirse ciertos lujos y hasta imponer exigencias en cada presentación que realizaba alrededor del mundo mientras estaba de gira. “El Divo de Juárez”, además de cobrar una alta suma de dinero por sus conciertos, los cuales algunos se aproximaron hasta los dos millones de pesos, también pedía que el trato que él recibía lo tengan sus bailarines, por lo que debían viajar en aviones.
Los requisitos más sorprendentes que “El ídolo de multitudes” presentaba al acordar sus conciertos eran que debía estar alojado en el mejor hotel de la ciudad en donde brindaría su espectáculo y, por supuesto, que, en su lugar de descanso, es decir, su suite esté repleta de flores y velas para así poder relajarse y sentirse como en su casa. Estas dos cosas no muchos lo entendieron, ya que para Juan Gabriel eran uno de los pedidos más importantes entre todas sus exigencias acordadas.
Aunque para muchos asistentes estas cosas no eran importantes, para el cantante sí, ya que una de sus grandes pasiones era estar rodeado de colores vivos y buenas energías. Quizás por esto Juan Gabriel usaba trajes muy coloridos cada vez que subía a un escenario y es por este motivo que en cada rincón de México y de todo el mundo el día de su muerte se logró observar su fotografía junto a sus dos objetos más preciados: velas y flores.