El Magnificat es una oración que va más allá de unas sentidas palabras, es una invitación poderosa a alabar a Dios, una hecha por la Virgen María, su madre en la tierra y madre de todos en los cielos. La espiritualidad de este rezo va mucho más allá de lo que nos imaginamos.
Y es que esta oración, conocida también como el Cántico de María, es un canto de alabanza a la grandeza y misericordia de Cristo inspirada por la espiritualidad del Espíritu Santo.
La aparición de la oración del Magnificat aparece en el Evangelio de San Lucas (1:46-55), durante la visita de la Virgen María a su prima Isabel, ya embarazada de Juan el Bautista, y María también embarazada de Jesús. Al encontrarse, Isabel se llena del Espíritu Santo y recita una alabanza, que es precisamente el Magnificat.
En esta ocasión, te mostraremos la alabanza entera para que tú también puedas recitarla, conectar con la grandeza de Dios Padre Todo Poderoso y alabarlo de la manera más agradable a Él.
Oración del Magnificat
“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio ahora y siempre por los siglos de los siglos”.